Me desvelo. Se me ha desgarrado el alma en dos pedazos que intento inútilmente coser. Vuelvo a la cama como un muerto viviente, y tirada en ella, me siento rodeada por una neblina espesa. No lloro. Juro que lo intento. ¡Y aún consiguo que se me escape un suspiro! Pero el llanto se resiste. Escribo, por que es el único lujo que puedo permitirme. Huyo a lugares inventados donde Béquer aún escribe, y Bach aún compone. A los campos Elíseos donde los muertos aún están vivos. Y entre ellos leo y escribo cosas que la humanidad no entendería. Vivo aventuras retorcidas y traumáticas acostada en un campo de amapolas, y terminando mis sueños te encuentro, te encuentro y me miras de lejos. Y sólo eso basta.
Si esto es despierta ¿Cómo será cuando caiga dormida, herida por el dulce morfeo?
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