Los versos se me han quedado en una cajita en casa, cerca de mis libros y mi ropa.
Las palabras más sencillas te las daría, pero un mal tontaco me las robó todas, me mató con una sola metáfora, y cuando terminó un soneto... demasiado pronto para decirlo, no lo diré, no, no. no.
Mis ojos y mi silencio me quedan, son poco, bueno, no son nada. Unas trazas de alegría, de magia, perdón. Solo una ilusión de nuestro micro-mundo inventado, ese que empieza a las 5 y acaba a las 9. Da igual son tuyos. No me pertenecen, ya no.
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