jueves, abril 14, 2011

...increíblemente mala-

Estoy en mi cuarto leyendo una novela sobre una chica perfecta que por su novio y peleas con sus padres acaba por irse de casa. Ella habla de como se siente "mala". El libro intenta dar a entender que en realidad es buena y sus circunstancias la han llevado a ese punto de malentendidos y reproches que la han hecho marcharse.
Yo me fui de mi casa hace un año.
Pienso que la niña de la novela es estúpida.

Sí. Me he visto terriblemente identificada con una niña mimada e incoherente de un libro. He visto como en un espejo lo que los otros piensan de mi. Lo alejados que están de la realidad. Aunque, es obvio, no me creen. Soy la adolescente inmadura, que no sabe lo que quiere, que no sabe nada de amor ni de sufrimiento. Que cree con toda su alma en la justicia. Que rompe a llorar al oír un verso hermoso. Que permanece impasible ante el sufrimiento de los demás.

Hace un año que me vi obligada, con terror, a meter unas mudas en una maleta sin saber cual sería el siguiente paso. Era mala y era libre.

Quizás algún día haga entender a la persona que quiero... a la persona que quise, de que las cosas que hice estaban bien. Mientras tanto, vuelve a llamarme un día de estos para decirme que todo fue un sueño. Me recuerda los motivos por los que huí.

Un Sueño. ¿Un Sueño? Una pesadilla. ¿Puedo despertar? ¿Alguien oye mi voz? Estoy adentrándome en un túnel oscuro que no se adonde me va a llevar. No hay luz ni detrás ni delante. Solo nosotros dos. Aunque a veces te pierdo.

Claro que voy a luchar. ¿No crees que ya he perdido demasiado? A luchar como no lo hizo ningún otro. LUCHAR LUCHAR LUCHAR. Sé que soy joven y que por eso pienso con esta pasión. Deseo Justicia y amor. Libertad. Más importante felicidad. Victoria.

Pero claro. Una cosa es luchar y otra meterse en tu terreno de juego, de gritos y mentiras. Ahí te metes tu sola. Y no, no es que no quiera luchar. Es que ya he luchado, he perdido, y me he ido de casa. Ya es hora del fin.

15 años de esclavitud. Ni uno más.

Conozco gente que quiere darme una bofetada por malcriada. Deberían hacerlo. Por lo menos pensaría que es su forma de amarme.

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