Nuevas

A veces me pregunto por que sigo escribiendo en este blog. Supongo que, aunque remotamente escritos, me gusta pensar que tengo guardados en algún lugar mis pensamientos. ¿Y qué más dá que nadie los lea? ¿Acaso no sé yo mis pensamientos? ¿Acaso no los sabe Dios? ¿Seria mejor olvidarse...? ¿o continuar? Si empiezo, ¿qué mal me hará seguir? Mis errores ya se verán. Por ahora, continuaré escribiendo. Que filosófico me esta quedando esto. Aún tendré que practicar mucho para agradarme a mi misma en mi forma de escribir. Ahora mismo, cada palabra me esta pesando como una carga que he de soportar. Yo creía que las palabras liberaban. Lo que no sabía es que también encierran. ¿No habré escrito suficientes versos, cuya finalidad era convencerme a mi misma, qué el mundo encerrado en lo que mis propias palabras dictan, no ganará sino por Dios una ínfima parte de lo jamás pensado? ¿por qué lo niego? ¿no habré luchado lo suficiente por las personas que amo? Quizás no lo haga nunca. Nunca suficiente.
Pero escribo. Sobre mi lucha, sobre mi pena. Como debieran hacer los que algo añoran o desean. Ya sea la infancia o el retazo sutil de una persona. Ya sea un sueño o un hecho ya asentado. Sé que siempre vuelvo con promesas inútiles que no cambian nada. Pero no me arrepiento. De hecho creo que todos los que escriben hacen lo mismo. O una gran Mayoría. Me gustaría ser tan fuerte cuanto otros. Pero supongo que en mi debilidad se haya la gloria de Dios. Por que me salvó por gracia, y ahora soy fuerte, en ÉL, por ÉL, para ÉL. Quizás no haya gloria ni grandes trofeos en el camino que me aguarda. Eso no me importa, mientras ÉL siga conmigo.