sábado, julio 26, 2008

Respuesta

Hoy leí un comentario y lo voy a responder a lo grande;

Las preguntas eran:
¿Qué implica para tí eso de ser hija de predicador? ¿Que te alegra o te molesta del asunto? ¿Qué nos dirías a nosotros como padres pastores acerca de nuestros hijos?
Para empezar, ser hija del pastor es para mí un gran honor, aunque la verdad es que hace un par de años me molestaba un poco la idea de ser la hija del pastor, tener a mi padre siempre fuera trabajando, que se matara a trabajar y pasáramos duros momentos económicos para mí era horrible. Pero una vez le pregunté a mi padre:
-¿te has planteado dejar de ser pastor, papá?-
y él me respondió:
-No, cariño, ¿qué pasaría entonces con mis ovejitas? El señor las me ha confiado esta tarea ¿Por qué lo dices?-
Creo que en ese momento todos mis ‘‘buenos argumentos’’ se deshicieron en mi boca ¿Cómo podía quejarme de salir la última de la iglesia, cuando si no hubiera sido así mucha gente se habría quedado sin hablar con él? ¿cómo podía quejarme de eso, con lo que me gustaba luego preguntarle mis dudas por las noches? ¿cómo podía quejarme de que llegara tarde a casa, cuando la iglesia crecía y crecía gracias a que el señor le puso allí y le utilizó? ¿cómo podía quejarme de su reducido salario, si el señor siempre, de una manera o de otra, nos sacaba de todos los problemas? ¿cómo podía quejarme sabiendo que, si no fuera así, habría gente que habría muerto espiritualmente y que ahora estaría condenada al infierno?
Dios mío, desde los 7 años el señor me había hecho entender que era pecadora, pero en este momento me sentía tal y como se nos describe en la Biblia, sucia y asquerosamente tonta, y es una pena que lo olvidemos con tanta facilidad. Desde entonces me dije a mí misma que le ayudaría y así también se lo pedí al Señor, desde hace dos años (que tenía once) el señor sabe que me ha enviado más pruebas que nunca, pruebas de pacotilla, que he superado con dolor y esfuerzo, pero sobre todo, y cuanto más lo pienso más me da Dios pruebas de ello, con la ayuda del señor, y es, repito, un grandísimo honor, por el señor otorgado, ser la hija del pastor; implica una ayuda, de tener a mi pastor en mi casa, una forma de ser una pequeña ‘‘misionera’’(y el Señor sabe que alegría siento al decir esto, por que llevo mucho tiempo queriendo ser misionera), y un poco de mi forma de ser al yo misma identificarme con este hecho en mi vida.

Espero que no penséis que busco la gloria para mí (Dios sabe que no la busco), pero al poner nombre a este blog, no pensaba una forma de que la gente oyera hablar de mí, no pensaba en conocer a gente, pensaba en que la gente se diera cuenta de que somos personas normales, no tenemos la sangre azul, ni guardamos ningún secreto extraño, somos gente normal, a la que nos gusta el fútbol, el ajedrez, que leemos novelas, que vamos al parque de atracciones, que nos quedamos durmiendo hasta tarde el sábado, pero que hemos visto que Dios nos salvó, que se hizo hombre, que murió por nosotros, y que venció a la muerte y resucitó, y ahora solo tenemos que coger ese regalo, no hay mas que creer, admitir que necesitas ese perdón, quererlo, y pedírselo al Señor para poder mejorar.

Acerca de la última pregunta, simplemente no tengo respuesta, cada persona piensa distinto, tenemos una vida complicada, a veces sentimos, o por lo menos yo, que nuestro pecado nos supera, o nos sentimos solos por que no tenemos un pasado de pecado al que mirar en el cuál REALMENTE estuviéramos solos y perdidos.

Para finalizar, no soy una experta, solo alguien a la que el Señor a bendecido con uno de los mayores privilegios de nuestro tiempo, ser la hija de un predicador.

Saludos,
Adriana

1 comentario:

Iñaki Colera dijo...

Yo sí que soy un privilegiado por tenerte como hija...
Te quiero, mi amor. Doy gracias a Dios por ti.