miércoles, junio 25, 2008

Teresa de Ávila ''vivo sin vivir en mí''

Vivo sin vivir en mí,
y de tal manera espero,
que muero porque no muero.

Vivo ya fuera de mí
después que muero de amor;
porque vivo en el Señor,
que me quiso para sí;
cuando el corazón le di
puse en él este letrero:
que muero porque no muero.

Esta divina prisión
del amor con que yo vivo
ha hecho a Dios mi cautivo,
y libre mi corazón;
y causa en mí tal pasión
ver a Dios mi prisionero,
que muero porque no muero.

¡Ay, qué larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros,
esta cárcel, estos hierros
en que el alma está metida!
Sólo esperar la salida
me causa dolor tan fiero,
que muero porque no muero.

¡Ay, qué vida tan amarga
do no se goza el Señor!
Porque si es dulce el amor,
no lo es la esperanza larga.
Quíteme Dios esta carga,
más pesada que el acero,
que muero porque no muero.

Sólo con la confianza
vivo de que he de morir,
porque muriendo, el vivir
me asegura mi esperanza.
do el vivir se alcanza,
no te tardes, que te espero,
que muero porque no muero.

Mira que el amor es fuerte,
vida, no me seas molesta;
que sólo te resta,
para ganarte, perderte.
Venga ya la dulce muerte,
el morir venga ligero,
que muero porque no muero.

Aquella vida de arriba
es la vida verdadera;
hasta que esta vida muera,
no se goza estando viva.
Muerte, no me seas esquiva;
viva muriendo primero,
que muero porque no muero.

Vida, ¿qué puedo yo darle
a mi Dios,que vive en mí,
si no es el perderte a ti
para mejor a Él gozarle?
Quiero muriendo alcanzarle,
pues tanto a mi Amado quiero,
que muero porque no muero.

En el post anterior, por motivos que desconozco, alguien me dejo un comentario con un fragmento de esta poesía (que por cierto, ya la conocía y me encanta). Lo escribió una monja, pero lo escribió con tal pasión hacia el señor.
Para terminar yo también digo ''que muero por que no muero'' por las ganas de estar ya en la presencia del Señor.

1 comentario:

José Piñero dijo...

hola Adriana. Me interesó el planteamiento que haces al inicio del blog. Soy Pastor y tengo dos hijos, la mayor tiene 11 años, pero está grande y parece de 15, ella crece rápido, es una bella adolescente, muy inteligente, extrovertida, y de muy buen humor, aveces demasiado alegre. Es una líder en todas partes, protesta en el colegio y cuestiona de todo (aunque no a Dios), ella no tiene una vida devocional muy profunda que digamos (tampoco le presiono al respecto), por su cuenta ha predicado tres veces en las celebraciones juveniles de la iglesia, y a ella le encanta, tiene una célula con chicas mayores que ella, y ordena los informes de su ministerio. La verdad es multifacética, capaz, y extraordinaria. La quiero muchísimo aunque la veo muchas veces individualista y pendiente sólo de sus cosas, ella me admira y respeta, lo último espero se mantenga siempre. Respecto a qué diga su mamá... Mientras te escribo mi esposa está conmigo, viendo en TV a un predicador, y creo que no debo hablar por ella.
El caso Adriana, es que me gustaría saber ¿Qué implica para tí eso de ser hija de predicador? ¿Que te alegra o te molesta del asunto? ¿Qué nos dirías a nosotros como padres pastores acerca de nuestros hijos?
Yo no espero recetas de una gurú en esto, la verdad no creo que lo seas, pero evidentemente el hecho de que seas hija de predicador es tan trascendente para tí que lo veo en el títular del blog. Ser hija de pastor parece parte de tu identidad, creo que lo que tengas que decir (experta o no) es relevante.
Bueno Adriana, Dios te bendiga a ti y a tus padres, y ojalá puedas escribirme algo. Por favor avísame en una de mis blogs cuando me respondas para visitarte. No tengo espectativas de extensas respuestas, a menos que así lo quieras y yo lo agradeceré, la verdad me importa más saber que dices al respecto.
Saludos y bendiciones.