¿El mundo no es a veces un callejón? Me siento como un mal poeta, desgranando con torpeza las cadenas que atan el sol a volver al ocaso. La felicidad se me hace un bocado amargo que he de probar para volver a sufrir. Los lazos purpúreos de golpes y heridas me ciñen la piel, coloreando de inesperada vida las cicatrices aún abiertas de aquellas muertes que ya no quise ver.
La noche se torna en un hermoso peligro, vestido de mujer, atrayente y hediondo. El día, en el dolor insoportable de ver.
Y me convierto en una marioneta, y me empujas a un rincón, con fuerza, contra un pared, fuera de tu vida, y me quedo allí, quieta, desmadejada, feliz por sentir dolor. El dolor de haberte conocido. El de haberte amado. El de haberte perdido.
La felicidad ya no es un misterio, son esas pequeñas cosas, ese resquicio entre querer amarte, y saber que tu no puedes amarme a mi. Sin rencores. Solo dolor.
"El dolor de ahora fue parte de la felicidad de entonces" C. S. Lewis, Surprised by Joy
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