sábado, mayo 08, 2010

7 de Mayo 2010


El día, hoy, ha sido perfecto. Un día nublado, verde, de sabor tranquilo y con mucha música romántica por escuchar.

Los charcos reflejando los transeúntes, el rocío de la lluvia en las hojas de los árboles, los pájaros mordiendo con timidez el cielo después de la tormenta.

¡Y qué tormenta! Llena de fuerza, como si las estrellas cayeran en picado sobre la tierra. Como una carcajada limpia por la calle. Fría, como sólo podemos estar sin tocarnos. Caliente, avivada por la incesable mirada de nuestros ojos, enganchados. Colorida, en fin, como sólo puede serlo para dos enamorados…

Ni yo en mi calidad de Soñador y amante de la lluvia pondré en entredicho tal afirmación. Yo, que puse en tela de juicio amores menos extraños, diré que aprecia mejor la lluvia un autor, que uno, por el amor, sonrojado.

Llevo años intentando escribir sobre sensación tan vaga, tan difusa, tan carente de importancia, como el amor en un día nublado.

Y hoy por fin comprendo que magia hay en unos pasos en la piedra que podrían ser de cualquiera pasos, de la calidez de un atardecer mudada en tormenta, por el aire gélido y el frío en las manos. Del sonido de Soñar juntos, y termino, aunque sea separados.

Adriana Colera, a 7 de Mayo de 2010, en las escaleras del portal de su casa, por que no tiene llaves :)

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