Hoy se ha inundado mi habitación y mi alma se ha inundado con ella. La muerte me mira desde una esquina. Mis cosas flotan por el agua, y ya no sé que hacer con tanto libro mojado. Fuera llueve. Quizá por eso se ha inundado el cuarto. Así que me aguanto las lágrimas, ya hay suficiente agua.
Avanzo descalza por el agua y voy hasta mi cama, que todavía esta seca cuando me meto dentro con los pies mojados. La muerte me mira desde una esquina. Me pongo las gafas que tengo en la mesita de noche y desaparece.
¿O soy yo quien ha desaparecido? El agua se traga mi cama y a mi con ella, con mi cuarto, con todas las cosas que hay en él. No puedo respirar, pero no importa porque estoy sola. Porque sólo hay uno que me acompañe, y ese ya está en el otro mundo. El agua está fría. La muerte me mira desde una esquina, no se ha arreglado tanto como otros días, hoy tiene los dientes separados y podridos. Tiene los ojos arrancados y se ha vestido de ángel blanco. Normalmente me parece más hermosa, pero sigue sin darme miedo. Supongo que es porque ya nos conocemos, y que, por alguna razón, me rehuye, pero se queda ahí, impasible, mostrándome salidas mejores, y riendo porque no puedo alcanzarlas.
Adriana Colera.
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